Si algo hemos aprendido en el año 2020 es que no nos gusta estar encerrados en casa ni en la ciudad.
De hecho la demanda de espacios naturales ha aumentado considerablemente porque estamos locos para salir a respirar aire puro.
Al final, somos animales como cualquier otro y necesitamos tener libertad de movimiento, socializar y relacionarnos.
Con tanto confinamiento, nos hacen falta encuentros y contacto humano, pero por mucho que lo queramos, la nueva normalidad no será la misma que antes.
En este nuevo contexto, el riesgo de rebrotes y nuevos confinamientos ponen a prueba la programación de eventos, por eso, debe estar preparado para aportar muchas garantías de seguridad sanitaria y mucha flexibilidad.
El evento del futuro será de un formato más pequeño, y híbrido en muchos casos. Necesitará más espacio por menos personas y tendrá nuevos objetivos.
El sector apuesta por la participación, por la autenticidad, la proximidad, para volver a los orígenes. Apuesta por todo lo que esté hecho cerca de nosotros y sobre todo que siga criterios de sostenibilidad en 360º, tanto sociales, como ambientales y económicos.
Las empresas quieren apoyar el tejido empresarial local, para que podamos resurgir y fortalecernos mutuamente.
El reto de los organizadores será saber inventar nuevas historias para hacer vibrar los participantes.
Con el confinamiento muchas empresas han descubierto que el teletrabajo es más rentable en muchos casos, pero que el contacto humano es necesario para mantener vivos los equipos.
Este nuevo escenario abre la puerta a un nuevo tipo de reunión.
Tenemos claro que no nos vamos a quedar sin trato humano, somos seres sociables, sólo que tendremos que pensar en nuevas fórmulas que garanticen la seguridad.